LA CULTURA COMO IDENTIDAD Y LA IDENTIDAD COMO CULTURA POR
GILBERTO GIMENEZ DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES DE LA UNAM.
Se
definirá la cultura, la identidad y el multiculturalismo. La identidad se
define por sus límites y no por el contenido cultural y entre sus funciones
principales es marcar fronteras entre un nosotros y los otros, y no se ve de
que otra forma podríamos diferenciarnos de los demás si no a través de una
constelación de rasgos culturales distintivos.
Diversos
autores definen la cultura como “modelos de comportamiento”, “pautas de
significado” o “hechos simbólicos”. Max Weber (1992), señala que la cultura se
presenta como una “telaraña de significados”, que nosotros hemos tejido a
nuestro alrededor y dentro de la cual quedamos ineluctablemente atrapados. La
cultura no debe entenderse como un repertorio homogéneo, estático o
inmodificable de significados. Pero no todos los repertorios de significados
son culturales, sino sólo aquellos que son compartidos y relativamente
duraderos.
Si
observamos con cuidado a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que estamos
sumergidos en un mar de significados, imágenes y símbolos, a veces ampliamente
compartido en nuestro entorno, nuestro país y nuestra familia, nuestra casa,
nuestro jardín, nuestro automóvil y nuestro perro, lugar de estudio, de
trabajo, de música preferida, novias, amigos y entretenimiento, iglesia y
creencias religiosas, incluso nuestro partido de fut bol e ideologías
políticas. A esto se le conoce como nuestro entorno cultural.
Sin
embargo obras de arte, ritos y danzas, en nuestro “habitus”, se le llaman
simbolismos objetivados, o culturas públicas, o formas interiorizadas o
incorporadas a la cultura.
La
cultura desde el punto de vista de los actores sociales que la interiorizan, o
la incorporan y la convierten en sustancia propia, se podría señalar que
entonces no existe cultura sin sujeto ni sujeto sin cultura.
La
cultura es la organización social del sentido, interiorizado de modo relativamente
estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas
y objetivada en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente
específicos y socialmente estructurados, porque todos los hechos sociales se
hallan inscritos en un determinado contexto espacio-temporal.
La
identidad no es más que la cultura interiorizada por los sujetos, considerada
bajo el ángulo de su función diferenciadora y contrastiva en relación con otros
sujetos.
La
identidad es un concepto que se ha impuesto masivamente en las ciencias
sociales a partir de los años ochenta y noventa. El problema es que en México,
suelen utilizar el concepto sin preocuparse por definirlo se observan las
siguientes frases “cultura de la violencia”, “narco-cultura”, “cultura del no
pago”, parece que todo está dotado de identidad, desde la ciudadanía, abstracta
hasta los parques públicos.


Existe
otra sociología literaria que Bourdieu llama “efecto de teoría”, donde algunos literarios, señalan que hablar de la “psicología del mexicano”, o “psicología
de la mujer”, o “psicología de la juventud” parece una aberración sociológica
porque se está hipostasiando y psicologizando, agregados estadísticos que no
pueden ser tratados como actores sociales.
No existe la psicología del mexicano ni mucho menos.
Por
lo anterior mencionado es importante recordar cuales son los parámetros
fundamentales que definen a un actor social.
·
Todo
actor ocupa siempre una o varias posiciones en la estructura social.
·
Ningún
actor se concibe sino en interacción con otros, sea en términos inmediatos,
como un vecindario o a distancia, por ejemplo cuando se comunican por internet.
·
Todo
actor social está dotado de alguna forma de poder.
·
Todo
actor social está dotado de una identidad.
·
Todo
actor social también tiene un proyecto es decir un prospecto para el futuro.
·
Todo
actor social se encuentra en proceso de socialización y aprendizaje.
Identidades
individuales: El problema de identidad puede ser abordado a escala de los
individuos o a escala de grupos u otros colectivos. En la escala individual,
puede ser definida como un proceso subjetivo y frecuentemente auto-reflexivo
por el que los sujetos individuales definen sus diferencias con respecto a
otros sujetos mediante la auto asignación de un repertorio de atributos
culturales generalmente valorizados y relativamente estables en el tiempo.
La
identidad de un sujeto se caracteriza por la voluntad de la distinción,
demarcación y autonomía con respecto a otros sujetos, diremos que se trata de
una doble serie de atributos distintivos, de naturaleza cultural. Como son:
·
Atributos
de pertenencia social
·
Atributos
particularizantes que determinan la unicidad idiosincrásica del sujeto en
cuestión
Por
lo tanto la identidad de una persona contiene elementos de los “socialmente
compartido”, resultante de la pertenencia a grupos y otros colectivos y de lo “individualmente
único”. Los elementos colectivos destacan las semejanzas, mientras que los
individuos enfatizan las diferencias, pero ambos se conjuntan para constituir
la identidad única, como multidimensional, del sujeto individual.
Las
personas también se identifican y se distinguen de los demás entre otras cosas,
por los atributos que podríamos llamas “caracterológicos”, por su estilo de
vida reflejado principalmente en sus hábitos de consumo, por su red personal de
relaciones intimas, por el conjunto de objetos entrañables que poseen y por su biografía
personal incanjeable.


Los
estilos de vida se relaciona con las preferencias personales en materia de
consumo, donde el presupuesto subyacente es el de que la enorme variedad y
multiplicidad de productos promovidos por la publicidad y el marketing, que
permiten a los individuos elegir dentro de una amplia oferta de estilos de
vida.
La
auto identificación del sujeto tiene que ser reconocida por los demás sujetos
con quienes interactúa para que exista social y públicamente, por que como
señala Bourdieu “el mundo social es también representación y voluntad y existir
socialmente también quiere decir ser percibido como distinto.
El
fenómeno del reconocimiento es la operación fundamental en la constitución de
las identidades. En buena parte señala Pizzorno, nuestra identidad es definida
por otros, en particular por aquellos que se arrogan el poder de otorgar
reconocimientos “legítimos” desde una posición dominante, por ejemplo en los
años treinta lo importante era cómo las instituciones alemanas definían a los
judíos y no cómo éstos se definían a sí mismos (Pizzorno, 2000).
La
identidad de los individuos resulta siempre de una especie de compromiso o
negociación entre autoafirmación y asignación identitaria, ente autoidentidad y
exoidentidad. De aquí procede la distinción entre identidades internamente
definidas, que algunos llaman, identidades privadas, e identidades externamente
imputadas, también llamadas “identidades públicas”.
La
identidad colectiva se concibe como un conjunto de prácticas sociales que :
·
Involucran
simultáneamente a cierto número de individuos.
·
Exhiben
características morfológicas similares en la contigüidad temporal y espacial.
·
Implican
un campo de relaciones sociales, asi como también
·
la
capacidad de la gente involucrada para conferir un sentido a lo que está
haciendo o va a hacer.
Las
acciones colectivas suponen actores colectivos dotados de identidad, porque de
lo contrario no se podría explicar cómo adquieren intencionalidad y sentido.
Los
elementos principales de identidad colectiva implican definiciones cognitivas
concernientes a las orientaciones de la acción, estos elementos son
incorporados a un conjunto determinado de rituales, prácticas y artefactos
culturales, todo lo cual permite a los sujetos involucrados asumir las
orientaciones de la acción.
La
identidad colectiva define la capacidad para la acción autónoma así como la
diferenciación del actor respecto a otros dentro de la continuidad de su
identidad.
Los
grupos étnicos, puede y suelen modificar los rasgos fundamentales de su cultura
manteniendo al mismo tiempo sus fronteras, es decir sin perder su identidad. Un
grupo étnico puede adoptar rasgos culturales de otros grupos, como la lengua y
la religión y continuar percibiéndose como distinto de los mismo. Por lo tanto
la conservación de las fronteras entre los grupos étnicos no depende de la permanencia
de sus culturas.
El
investigador no debe preguntarse ahora cuáles son los rasgos culturales
constitutivos de una identidad étnica, sino cómo los grupos étnicos han logrado
mantener sus fronteras (las que los distinguen de los otros) a través de los
cambios sociales, políticos y culturales que jalonaron su historia. Esta
situación como señala Barth no solo es válidad para pensar las identidades
étnicas, sino para cualquier tipo de identidad.
Las
culturas están cambiando continuamente por innovación, por extraversión, por
transferencia de significados, por fabricación de autenticidad o por
“modernización”, pero esto no significa automáticamente que sus portadores
también cambien de identidad.
Lo
interesante de esta situación es que no hay razón para empeñarnos solamente en
mantener incólume, muchas veces con mentalidad de anticuarios, el “patrimonio
cultural” de un grupo o las tradiciones populares contra la voluntad del propio
grupo, so pretexto de proteger identidades amenazadas. Esto no depende del
repertorio cultural vigente en un momento determinado de la historia o del
desarrollo social de un grupo o de una sociedad, sino de la lucha permanente
por mantener sus fronteras, cualquiera sean los marcadores culturales
movilizados para tal efecto.


Multiculturalidad:
este término se utilizo en Québec en los años 60, cuando el gobierno
canadiense, para denotar las tres
entidades sociales de la federación, la anglófona, la francófona y la de los aborígenes
(indios, mestizos u otros). A partir de Azurmendi (2002), el multiculturalismo
afloró a las aulas universitarias como asunto relativo a unas minorías
culturales cuyos derechos no se satisfacían.
Las
raíces intelectuales del multiculturalismo pueden detectarse ya mucho antes,
cuando la cuestión de la diferencia se abrió camino al pensamiento occidental,
a raíz de cambios de gran envergadura como la contestación de la cultura
tradicional, la emergencia de movimientos sociales que promovían estilos de
vida alternativos, las reivindicaciones étnicas y nacionalistas, la
intensificación de los fenómenos migratorios y la globalización. Estos cambios
colocaron en crisis la homogeneidad y la universalidad de las estructuras y de
las representaciones de la sociedad. En consecuencia, se produjo un tránsito de
la unicidad a la diferencia que provocó el surgimiento de un conjunto de
problemáticas políticas y especulativas.

La
idea que subyace en el multiculturalismo es la necesidad de reconocer las
diferencias y las identidades culturales. Pero no se puede pasar por alto que
el multiculturalismo también puede funcionar como una ideología que encubre las
desigualdades sociales (étnicas, de clase, etc), debtro del ámbito nacional
bajo la etiqueta de “diferencias culturales”, lo que permite al estado eludir
con buena conciencia sus responsabilidades redistributivas.
¿Cuál
es la situación de México con respecto al multiculturalismo así entendido?. En
el caso de México, solo puede tener sentido en relación con la persistencia de
las culturas étnicas dentro del conglomerado nacional y no con los fenómenos
migratorios como Europa. Desde finales de la revolución mexicana, la
composición multicultural del país, particularmente en términos étnicos, ha
registrado una diferencia al multiculturalismo europeo, donde la pluralidad de
las culturas esta doblada por una profunda desigualdad entre las mismas.
Diversas
acciones de la política pública de Estado en México, han dejado de realizar
acciones, con respecto a la multiculturalidad, la cual han reducido a las
comunidades zapatistas lo relativo a la organización y la cultura hasta el
punto de permitirles instauran instituciones inéditas como las Juntas del Buen
Gobierno. Ante esta situación el estado ha perdido la oportunidad de encarar
una auténtica política multicultural más alla del mero reconocimiento jurídico,
al negarse a reconocer los acuerdo de san Andrés y otras demandas parecidas de
los pueblos indígenas.
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